(Guillermo Marín, Antropólogo, Colaborador de Revista Sinarquía)
... como extranjeros incultos en su propia tierra
Uno de los grandes problemas del mexicano es la inseguridad de una identidad no entendida profundamente. No es que no tengamos identidad. Por el contrario, somos uno de los pueblos en el mundo con una identidad cultural muy vigorosa, heredada de 8 mil años de desarrollo humano, motivo por el cual estamos dentro de los 5 países más visitados por el turismo internacional.
La identidad nos da pertenencia, fuerza interna y orgullo. Cuando no tenemos muy claro cuales son nuestros orígenes, cuales nuestros logros, la dimensión de nuestro pasado, es cuando nos quedamos sin memoria. Una persona, una familia o un pueblo SIN MEMEORIA, se encuentran en un estado de indefensión y de inseguridad.
Imagínese que una persona, una familia o un pueblo entero pierdan su memoria. Quedarían indefensos, pues al no saber de dónde vienen, es decir, cuales son sus orígenes, no sabrían quiénes son en verdad. Y al no saber quienes son, ni de dónde vienen, no podrían definir a dónde quieren ir en la vida. Quedarían como fantasmas, vagando, perdidos en el laberinto de la soledad, de no saber quienes son. Estarían indefensos de sus enemigos, huérfanos de sus haberes y saberes. Siempre sumisos, inseguros, siempre violentos y a la defensiva. Siempre tratando de ser alguien que no es.
Por desgracia esto es lo que nos ha pasado en estos últimos cinco siglos de colonización. De hecho, la colonización material y económica se fundamenta en la pérdida de la identidad del colonizado. Esta es la razón por la que desde el mismo momento de la caída de Tenochtitlán, los españoles destruyeron la ciudad más grande y bella en el mundo de aquellos tiempos. La intención era borrar completamente cualquier vestigio de la gloria de la civilización vencida. El segundo paso fue negarles a los vencidos la condición de seres humanos y tratarlos como animales. La tercera medida fue declarar demoníaca su religión y por ende toda su cultura.
En los primeros trescientos años de colonización los españoles nacidos en España (gachupines) negaron y despreciaron sistemáticamente la cultura de los pueblos vencidos. En los últimos doscientos años los españoles nacidos en esta tierra (criollos) han mantenido este sistema, sólo que le han hecho pequeños cambios para dejarlo igual.
El resultado es que la inmensa mayoría de mestizos no conoce y desprecia la parte indígena de su ser. Consideramos que bien podría ser un 80% de la población. Otro 10% son parte viva de esta herencia y los llamamos peyorativamente “indios” o más modosamente, a manera de eufemismo, “indígenas”. El 10% restante de los “mexicanos” son ese 10% que posee la riqueza de esta nación y que se mantienen ideológicamente como “criollos”, defienden a ultranza su descendencia europea y en muchos casos son recién avecindados en este país, en donde no tienen ni tres generaciones de depredar al pueblo que les dio asilo.
Ese 80% de los mexicanos “desindianizados” como los llamó Bonfil Batalla se la pasan tratando de ocultar, negar, camuflajear sus raíz cultural indígena. Algunos tratan de hacer “milagros” para cambiar su morfología, con cirugías plásticas, cremas blanqueadoras y colorantes de cabello. La mayoría que logran educarse académicamente son verdaderos “extranjeros en su propia tierra”. Entre más altos grados académicos logran y poder adquisitivo, más se alejan de su raíz madre. Se aferran como náufragos a “la cultura de las bellas artes europeas” y a la cultura grecolatina. Para ellos “lo mexicano” es de mal gusto, elemental y primitivo... a lo más, folklórico.
Es cierto que es un error generalizar, pero también es cierto que por desgracia es lo común en nuestra sociedad y cultura dominante. No podemos tapar el sol con un dedo y fingir que no nos damos cuenta.
El mexicano promedio no conoce la historia antigua de su civilización madre. Lo poco que sabe es la versión de los vencedores. Aquella que habla de “La Batalla de la Noche Triste”, cuando nuestros Viejos Abuelos derrotaron a los invasores extranjeros. Lo poco que sabemos se reduce al “formidable imperio azteca”, que fue “la pura invención de los conquistadores”, pues el esplendor del México Antiguo se dio entre el año 200 a.C. y el 850 d.C. muchos siglos de distancia de la invasión y cuando llegaron la civilización estaba en medio de una decadencia cultural.
El mexicano común desconoce las bases, los logros, los alcances científicos, sociales, artísticos y fundamentalmente espirituales que llegaron a tener nuestros antepasados. No tiene idea de los tres períodos conocidos como Preclásico, Clásico y Postclásico. No tiene la menor idea de la trascendencia de las culturas olmeca, maya, zapoteca, mixteca, tolteca o mexica, que se dio a lo largo de siete mil quinientos años de historia. Borrosamente conoce muy poco de lo que fue en verdad la Conquista y muy poco de la Colonia. El XIX y el XX no existen en la memoria del mexicano común. El mexicano vive ajeno a su pasado y por eso no sabe quién en verdad es él. No puede aspirar a un futuro porque no tiene pasado y no entiende el presente. En medio de la pobreza material y espiritual vaga con los hijos colgando de quincena en quincena, asido sólo al canal de las barras y las estrellas. En medio de la explotación, el rechazo y la auto denigración.
Amable lector, ¿creerá usted que exagero? Colón cuando llegó a este continente (sabe usted que nombre le pusieron por miles de años nuestros Viejos Abuelos a su tierra), confundió a sus habitantes y les llamó “indios”, porque él creía que había llegado a la India. ¿Sabe usted que nombre se daban a sí mismos nuestros antepasados? Por qué tanto desprecio de nosotros contra nosotros mismos al seguir llamado, terca y despreciativamente a los pueblos originarios “indios”. Sabía usted que los criollos cuando le arrebataron el territorio a los gachupines a través de la Guerra de Independencia le pusieron a su nuevo país México, pero...¿sabe usted el nombre que le daban por milenios los antiguos mexicanos al territorio que hoy conforma nuestra nación?
No le parece muy “curioso” que la mayoría de los mexicanos no sepamos nada de nuestro glorioso pasado perteneciente a la civilización madre?
Indiscutiblemente que los mexicanos formamos un pueblo y una cultura mestiza, pero: si tenemos siete mil quinientos años de desarrollo humano, historia y cultura “indígena” y quinientos años de cultura europea, africana y asiática... ¿ha pensado en que porcentaje esta su mestizaje? ¡Si, el de usted!
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