domingo, 18 de julio de 2010

DESCANSE EN PAZ RUTILIO GARCÍA GARCÍA.


Por: Antonio Mota Flores
ASI-NACIONAL

En nuestra cultura mexicana, el tema de la muerte generalmente no se discute. Por ello, cuando algún ser querido muere, nos encontramos a nosotros mismos sintiéndonos inseguros acerca de cómo deberíamos sentirnos o actuar.

La muerte es irremediablemente, una acción en la que tarde que temprano tendremos que enfrentar todos y cada uno de nosotros.

Me quedé petrificado durante los primeros minutos, en que leí la noticia vía correo electrónico, de que el pasado 14 de julio de 2010, falleció nuestro Jefe regional Don Rutilio García García. Sentí una vez mas como en otras ocasiones tristeza y ganas de llorar, pero después empecé a memorizar todo lo que conviví con Don Rutilio, durante el tiempo que lo conocí.

Don Rutilio fue un hombre generoso, leal, sincero, un incansable luchador social, buen amigo pero sobretodo era un hombre que amaba profundamente a México, lucho siempre por la justicia y la libertad, siempre se entrego con ahínco al movimiento nacional Sinarquista.

Don Rutilio fue siempre un defensor del ideal Sinarquista, de echo el nos dijo “estoy con ustedes en la defensa del sinarquismo”, refiriéndose a la traición de los pasistas que empeñaron el registro por unas cuantas monedas.

La muerte si la tomamos sin un entendimiento real podemos decir que es sinónimo de tristeza, pero cuando tenemos plena conciencia del significado de la muerte nos es mas fácil digerir cuando está llega.

Don Rutilio no batallara en llegar junto al creador, sus acciones humanistas, cristianas y Sinarquistas, nos dan muestra de ello y seguros estamos de que don Rutilio estará con los suyos allá en el cielo, junto con todos los Sinarquistas que ya se nos han adelantado, y eso nos reconforta mucho.

Enviamos un abrazo fraterno a los hijos, familiares, amigos y compañeros de Sinaloa de Don Rutilio, deseándoles una pronta resignación, pues no hemos perdido a don Rutilio solo es que se nos a adelantado. Y algún día lo veremos y nos será más fácil si seguimos su ejemplo y levantamos sus banderas de lucha que a ejemplo enarbolo con orgullo y dignidad.

Don Rutilio deja este mundo Terrenal, pero mientras mantengamos en nuestra mente y en nuestro corazón sus recuerdos y sus acciones ¡VIVIRA POR SIEMPRE DON RUTILIO¡

DESCANSE EN PAZ RUTILIO GARCÍA GARCÍA.

domingo, 11 de julio de 2010

Quetzalcoatl Cósmico

Quetzalcóatl cósmico



Desde el inicio de los tiempos, el ser humano ha tenido que enfrentar el mundo, la vida y la muerte, desde dos posiciones fundamentales, con sus innumerables variantes y tesituras.

Desde la perspectiva espiritual o desde la material. Dos formas opuestas y complementarias. Esencialmente, el par de opuestos complementarios que, dialécticamente explican la existencia, desde la perspectiva “humana”.







En general, las civilizaciones más antiguas y con origen autónomo, sustentaron su desarrollo humano, desde la perspectiva del Espíritu. En ellas, “la materia” es un medio que permite el “trabajo” del Espíritu en el plano humano.
Sin embargo, es la cultura Occidental la que se ha encaminado por el desarrollo del mundo material. Esta visión nace de la “fusión de las apropiaciones culturales” de los remantes de las civilizaciones Madre, que surgieron entre los ríos Eúfrates, Tigres y Nilo, y que para el año 336 a.C. se encontraban en decadencia. Razón por la cual, el macedonio, Alejandro el Magno, las invadió y saqueó culturalmente para dar las bases a través de su fusión, de lo que más adelante conoceremos como cultura grecolatina, pero que tiene su génesis en la sabiduría de Mesopotamia, Egipto e India.




El ser humano, cuando llega a un estadio de madurez existencial, cuando ha dejado, por evolución, su estado “básico-animal” y se cuestiona el significado y la trascendencia de su propia existencia, se enfrenta al problema ontológico del ser. ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo? y ¿a dónde iré?


En la Historia de la Humanidad, especialmente en la antigüedad, encontramos variados y diferentes caminos que se definieron por la visión espiritual-trascendente. La renunciación total al mundo material. El sacrificio simbólico y real, al cuerpo humano, como símbolo de la materia. El dolor y la carencia como vía a la iluminación para llegar al mundo del Espíritu. La espiritualidad y hasta en la religión, llegando a los espacios extremos del fundamentalismo.


De igual manera, podemos apreciar el camino opuesto. El del culto al mundo material, y con él, al de los sentidos. La visión “del aquí y del ahora”. De que lo único que se ve y se toca, es lo real y verdadero. De la limitación y finitud de la existencia, y de la realidad “de los placeres” terrenales. Hasta llegar al fundamentalismo “religioso”, del culto “al Becerro de Oro”. Entendida en la filosofía popular, como “el cuanto tienes, cuanto vales” y el dicho, “muerto el perro se acaba la rabia”.





Los antiguos habitantes del Anáhuac, como toda civilización Madre”, también se plantearon el problema ontológico del Ser. Resulta importante señalar que desde la temprana época olmeca (1500 a.C.), ya encontramos muy claramente definida, lo que será a lo largo de por lo menos tres mil años, la respuesta que iluminará el periodo de esplendor con la cultura tolteca (200 a.C.-850 d.C.) y a pesar del decaimiento cultural de periodo Postclásico, se mantendrá aún en los mexicas o aztecas (1325-1521 d.C.).




Asombra encontrar en “La Historia Universal”, una civilización que desde el mismo inicio de sus orígenes, ya nos presenta totalmente definida la respuesta al problema ontológico. En efecto, los olmecas “como tales” aparecen alrededor del año 1500 a.C., determinados ya con una propuesta filosófica totalmente decantada, que se mantendrá intacta, en lo esencial, hasta la invasión europea. Tal vez, la única salvedad es la trasgresión que hicieron los mexicas al pensamiento tolteca, a partir del año 1440 d.C., con la ascensión al poder de Tlacaélel, el ideólogo del imperialismo mexica, que trasgredió miles de años de la Toltecáyotl y en menos de 81 años, llevó no solo a los mexicas, a una catástrofe cultural-civilizatoria, sino que involucró a todo el Anáhuac.





La respuesta de la Toltecáyotl, al problema antológico del Ser, la encontramos presente iconográficamente desde los olmecas, en el periodo de tiempo conocido como Preclásico. Se mantendrá vigorosamente durante el siguiente periodo conocido como Clásico, en la llamada cultura tolteca. Y llegará incólume hasta el final del periodo Postclásico con la cultura mexica.




La Toltecáyotl resuelve el problema filosófico de manera precisa y clara. La respuesta es “el equilibrio”. El justo medio, el centro que unifica y armoniza a los opuestos complementarios. Y de manera simbólica lo representan con la figura del “Quetzalcóatl”. La metáfora y la parábola serán el lenguaje del Espíritu. Con “Flor y canto” los antiguos habitantes del Anáhuac nos hablan del maravilloso mito de “La Serpiente Emplumada”.




Iconográficamente la encontramos presente en La Venta, Tabasco y en Chalcatzingo, Morelos, en la cultura olmeca al inicio de la civilización del Anáhuac. Pero indiscutiblemente que ésta “iconografía”, es la punta de un inmenso iceberg filosófico tolteca. Así como “la paloma”, representa iconográficamente para los judeo-cristianos, el Espíritu Santo. Por ello “La Serpiente Emplumada”, será el motivo relevante en Teotihuacan en el periodo Clásico del esplendor, y posteriormente, en el periodo Postclásico decadente en Tenochtitlán.




Es el quetzal, el símbolo del Espíritu. En tanto es el ave con el plumaje más hermoso que vence la gravedad y levanta el vuelo a las alturas insondables del Espíritu.




Es la serpiente, el símbolo de la materia. En tanto es el reptil, el animal que se arrastra sobre el mundo material y en donde ejerce su poder.




Los sabios y milenarios toltecas, definen entonces la respuesta, al problema ontológico del ser, por medio del EQUILIBRIO. Encarnar el símbolo del Quetzalcóatl en la vida de todos los días, en el mundo real, es el desafío, no solo de Los Guerreros de la Muerte Florecida, sino de todos: masehuales, hombres y mujeres; yaquis, nahuas, zapotecos o mayas. De ayer y de hoy.




Esta es la razón por la cual, la institución de estudios superiores conocida como Calmécac, era conocida por “la casa de la medida”. En efecto, es la MEDIDA, lo que le permite al ser humano llegar el equilibrio. El equilibrio, de tal suerte, no solo es SABIDURÍA, sino fundamentalmente BELLEZA. Razón por la cual los toltecas definieron el campo del conocimiento filosófico como, “Flor y Canto”. En la que la primera, representa simbólicamente la belleza, y el segundo, la sabiduría.




La figura filosófica del “Quetzalcóatl” se nos presenta clara y luminosa desde el inicio de la creación del Anáhuac. Alcanzará el cenit, en el universo teotihuacano, y será expandido en todos los confines civilizados del Cen Anáhuac por los sabios maestros toltecas.

Quetzalcóatl para las culturas anahuacas, desde los olmecas hasta los mexicas, será el símbolo de la perfección humana. Lo mismo que Krishna y Zoroastro son para la India e Irak respectivamente. De esta manera, Quetzalcóatl ocupa un lugar fundamental para la comprensión de la Toltecáyotl y de lo que hoy somos los pueblos herederos de la sabiduría de los toltecas.

La Batalla Florida



El concepto de La Batalla Florida es muy revelador de la concepción filosófica del Anáhuac. Primeramente debemos de observar que la guerra para los antiguos mexicanos, probablemente desde las primeras sociedades que hoy llamamos olmecas, fue de carácter simbólico. Como hemos apuntado ya, no existe un avance proporcional entre las matemáticas, la medicina y la arquitectura, por citar sólo tres aspectos de la cultura, con la evolución de las armas. En efecto, las armas que encontramos en la iconografía del período Preclásico, serán las mismas que veremos en el período Postclásico con los mexicas. La pregunta es obvia; por qué existieron avances en otras áreas del conocimiento y en la tecnología militar se mantuvo casi igual, a excepción del atlatl, que fue inventado para cazar aves al vuelo por los toltecas.



“Es entonces probable que el trofeo que perseguía el guerrero de la “batalla florida” no era otro que su propia alma”. (Laurtte Séjurné. 1957)



Lo anterior no es “incapacidad o inferioridad” cultural o tecnológica. Por el contrario, nos revela que los Viejos Abuelos no enfocaron su desarrollo en las armas y en la guerra. Ésta siempre fue, más de carácter simbólico-religioso, que una “industria” de expansión, explotación y aniquilamiento, como la han usado hasta nuestros días la cultura occidental. La guerra desde la primera presencia de Quetzalcóatl en las tallas olmecas, se refiere al símbolo espiritual de la guerra interior, que los toltecas llamaron, en el período Clásico, “La Batalla Florida”.



“Hemos visto ya en varias oportunidades que la existencia humana debe tender a la trascendencia del mundo de las formas que esconde la realidad última. Esta realidad reside en el corazón, y es necesario obligar a éste a liberarlo cueste lo que cueste: he aquí la meta suprema de la “guerra florida”. Alcanzar, a apoderarse de su corazón significa entonces penetrar en la vida espiritual.” (Laurette Séjurné. 1957)



A pesar de que en el período de expansión mexica, la guerra fue usada como nunca se había visto en el Cen Anáhuac, la belicosidad de los mexicas, no tuvo el carácter de “guerra de exterminio”, como los europeos la aplicaron en su conquista en América. La guerra en el último período del Postclásico fue un ejercicio de poder entre los Señoríos, eminentemente ritual y con un alto sentido religioso.



“Los cholultecas, que nunca se habían visto con los mexicanos en campo (nunca se había enfrentado militarmente), quisieron probar su ventura y valor. Los cuales enviaron sus mensajeros a Cuauhquecholan y a Atzitziuacan –que eran las fronteras- a decirles que de su parte avisasen a Moctecuhzoma cómo ellos querían holgarse y regocijarse con ellos en aquel campo y regocijar al dios de la tierra y dar contento al señor de las batallas y al sol; que le suplicaban enviasen a sus gentes, que ellos estarían en el campo esperándolos a tercero día.”... “Pero, sintiendo su daño (los cholultecas), despacharon luego un mensajero a Moctecuhzoma, dándole cuenta de lo que aquel día habían hecho y de la mucha pérdida de su gente. Y esperando otro día, para ver si los cholultecas pedían más batalla, o quisiesen vengar a sus gentes, aparejados los mexicanos para vengar la pérdida suya, los cholultecas enviaron sus mensajeros al general del ejercito mexicano, diciéndole que ya se habían holgado y regocijado y pasado tiempo un poco con ellos; que bastaba, que se fuesen con Dios.” (Fray Diego Durán.)



Los mexicas hacían una guerra sagrada y luchaban, según ellos, para mantener vivo al Quinto Sol que estaba amenazado en su existencia, según las reformas religiosas e ideológicas que realizó Tlacaelel y, además, extendían su dominio e incrementaban el número de pueblos tributarios. Los guerreros que morían en estas batallas encontraban la más alta aspiración social.



“Que no tuviesen pena en ello, y que la muerte de su hermano (Moctezuma) le pesaba, por perder hombres tan valientes, pero que morir en honra y defensa de la patria iban matizados y esmaltados con el matiz y esmalte de su alta sangre y valor, adornados de piedras preciosas y de precisos plumajes de su grandeza y hechos valerosos y que aquel era el fin que él y todos habían de desear, pues no murieron como mujeres tras los tizones y fones, sino con la espada en la mano, matizando con el rosicler de su sangre y de la ajena las yerbas del campo y los rayos del sol que por ellos se extienden, y que de esto se gloriaba y estaba muy ufano. Y así mando luego se hiciesen las exequias de todos los señores que en aquella batalla habían muerto...” (Fray Diego Durán.)



Las guerras de los mexicas se hacían para conseguir prisioneros y llevarlos a Tenochtitlán y sacrificarlos. Los prisioneros eran tratados con mucho respeto, pues eran para ellos, “alimento del águila”. Se consideraba una torpeza que un guerrero matara en el campo de batalla a su adversario, pues el objetivo era tomarlo cautivo. Los mismos prisioneros de un bando y otro se sentían honrados por su destino final.



Lejos de ser una guerra de exterminio y rapiña, como las europeas, las guerras floridas de los mexicas, aunque habían sufrido un cambio grotesco, pues cambiaron el sacrificio espiritual por el material. La Batalla Florida dejó de ser una lucha interior, para pasar a ser una lucha por tomar prisioneros para la piedra de los sacrificios, mantenía un sentido de grandeza espiritual, aunque trastocada.



Los guerreros que iban a las Guerras Floridas llevaban sobre sus hombros la inmensa responsabilidad social y religiosa de “mantener con vida al Quinto Sol”. No existía ninguna actividad en la cultura mexica que tuviera más alto honor, pues se “servía”, no sólo al pueblo, sino fundamentalmente al universo.



“La causa porque se movían así tantos a la guerra, aunque la principal era su propio interés y ganancia de honra y bienes; lo segundo era no tener su vida en nada y tener por bienaventurados a los que en la guerra morían y así llamaban a la guerra xochiyaoyotl, que quiere decir “guerra florida”, y por el consiguiente, llamaban a la muerte del que moría en guerra xuchimiquiztli, que quiere decir “muerte rosada, dichosa y bienaventurada”. (Fray Diego Durán.)



Precisamente fue el cambio de los simbolismos toltecas de carácter espiritual, que Tlacaelel implantó, lo que les dio a los mexicas una doctrina materialista-mística-guerrera. La Batalla Florida de carácter interior y espiritual de los toltecas, fue cambiada por una Batalla Florida en contra de los vecinos y hecha con armas “relativamente inofensivas”. Estas guerras del período Postclásico se intensificaron en los últimos doscientos años antes de la llegada de los españoles, durante la formación de la Triple Alianza y la consolidación del Imperio Azteca. Estas guerras generalmente fueron más de carácter simbólico y ritual; aunque los mexicas llegaron a “castigar” excepcionalmente a algún pueblo, comúnmente no se destruían las ciudades y no se aniquilaba a la población civil.



“ Las flechas, atributo principal de este guerrero celeste, no pueden evidentemente simbolizar más que los relámpagos interiores que descubren la existencia de una condición divina”... “De la inmersión en esta conciencia superior que disuelve la suya, Quetzalcóatl sale armado de las flechas que le permiten, convertirse en Señor de la Aurora, “disparar sus rayos” que revelan a los humanos la salvación que cada cual debe intentar por sí mismo.” (Laurette Séjurné. 1957)



La Batalla Florida de los toltecas implicaba la lucha más difícil que un ser humano puede enfrentar. Hombres y mujeres se preparaban para esta “guerra interior” y por tal, se convertían en “guerreros”. La disciplina, la frugalidad y la austeridad en que formaban a estos guerreros eran rigurosas y muy estrictas. Las armas eran “flor y canto” y el campo de batalla era su propio corazón. Vencer la inercia que destruye la materia. Los vicios, la pereza, la ignorancia personal. Estos guerreros de la muerte florecida, eran impecables cazadores de conocimiento y forjadores de su templanza espiritual.



“! Esmeraldas son: turquesas tu greda y tus plumas,oh dador de la vida!Dicha y riqueza de los príncipes. Es la muerte al filo de la obsidiana,La muerte en la guerra.”
(Romances de los Señores de la Nueva España.)



Los toltecas desarrollaron una escuela hermética de conocimientos filosóficos, igual que las otras antiguas civilizaciones con origen autónomo. Los conceptos de: el guerrero, la batalla florida, flor y canto, el rostro propio y el corazón verdadero. Nos hablan en su conjunto de una visión filosófica de las posibilidades espirituales que tenía la existencia humana y la capacidad para trascender los limitados espacios de la existencia material. La Batalla Florida es una de las expresiones más vigorosas de la concepción filosófica que tienen los toltecas del mundo y de la vida.



(Tomado del libro RAICES Y ESENCIA DEL MEXICO ANTIGUO. Guillermo Marín 2004

Buscando nuestras raíces (Porqué,paraqué)




Durante quinientos años el colonizador nos robó la memoria para convertirnos en seres autómatas, sin raíces, sin recuerdos, sin rostro, sin corazón. Nos diseñaron para no pensar, para no soñar, para no trascender, solo fuimos educados para obedecer, trabajar, comprar y pagar.



De modo que desde hace cinco siglos los mexicanos vivimos al día, sin saber de dónde venimos y a dónde vamos. Solo medio que tenemos una borrosa conciencia del presente viviendo accidentalmente una realidad ajena a nuestro ser perenne, en la inmediatez existencial total, anclados al limitado mundo material tratando de ser algo que no somos y rechazando lo que esencialmente nos hace Ser. Nos hemos formado, especialmente los sitiaditos educados, como extranjeros incultos en nuestra propia tierra. Fincando el origen de “nuestra civilización en las culturas grecolatinas y en nuestro supuesto abuelito español”.



Un individuo, una familia o un pueblo que no tenga memoria histórica se encuentra en una situación de inseguridad, confusión y desventaja permanente. Esta falta de claridad en nuestra identidad nos hace ser inseguros, agresivos, blandengues, violentos, inconstantes. No sabemos quienes somos, de dónde venimos y a dónde vamos en la vida. Seguimos metas, caminos y desafíos ajenos a nuestro ser y sentir. Nos hace estar extraviados e incómodos. Podemos llegar a tener lo que otros quieren… pero nos sentimos insatisfechos y vacíos. Nos pueden reconocer como triunfadores… pero nosotros en la intimidad de nuestro Espíritu nos sentimos desolados.



Sí no se quién en verdad soy yo… de quién son los triunfos y los fracasos, de quienes son las metas y los desafíos, de quién las alegrías y las tristezas. Cuál es la verdadera razón de mi existencia, la propia, no la de los demás o la que todos debemos de aceptar. La propia nuestra, la íntima, con la que moriremos íntimamente solos arropados de un océano de soledad.



Sí tenemos que morir con todo nuestra totalidad… por qué no aprender a vivir con toda nuestra totalidad. Para llegar a la totalidad necesitamos partir de nuestras raíces más profundas y verdaderas, tanto como ser humano como ser social e histórico. El colonizador nos ha creado un espíritu individual e individualista, mezquino y timorato. Pero cada uno de nosotros es producto de millones de seres humanos que nos antecedieron. Nuestra banco genético cultural esta pletórico de recuerdos, sentimientos y conocimientos. Todos fruto de la búsqueda de un desarrollo humano. Todo es de todos y todos hemos construido todo en todo este tiempo. No nacimos por generación espontánea o en probeta.



Tenemos padres, abuelos, jóvenes abuelos y viejos abuelos y así hasta llegar a la génesis del ser humano en África, como dicen los que saben. Pero todos están en uno y uno es parte de todos, luego entonces “nuestras raíces” es la parte más esencial de nuestro ser y hacer. Brújula fundamental en nuestras vidas. Las raíces nos dan un punto en el espacio/tiempo y nos ubican en un lugar determinado en la Tierra. Nos dicen en donde empezamos y a dónde terminamos. Nos dicen cuando estamos más cerca y más lejos, más alto y más bajo, más de un lado que del otro. Las raíces son el alfa y el omega de la vida.



El por qué buscar nuestras raíces es para descubrimos en toda nuestra totalidad. Nuestras raíces son el espejo humeante que nos dicen de dónde venimos y a dónde queremos ir. La búsqueda de la verdad nos forja un rostro propio y un corazón verdadero. Nos hace tomar conciencia de quien somos en verdad.



Para qué necesitamos conocer nuestras raíces… para tener conciencia plena de nuestra totalidad y con ella, buscar el camino propio de la trascendencia espiritual de la existencia. Al conocer nuestras raíces nos descubrimos como seres espirituales en un transito humano. Cuando sabemos quienes somos entendemos por fin que nos vamos a morir y que solo estamos un poquito de tiempo aquí. Somos bellas flores que se marchitan en el fugaz tiempo pretérito.



No existe una receta de cómo se llegan a descubrir nuestras raíces. Muchas personas nacen, crecen, se reproducen y mueren y no saben qué fue lo que vinieron a hacer en verdad en la vida y en la Tierra. Hicieron todo lo que les mandaron y les dijeron lo que tenían que hacer…lo hicieron bien y bien hecho…y sin embargo se sienten vacíos e insatisfechos. Las raíces son como el amor a la Tierra, a los hijos o a los padres. Es algo que surge desde muy adentro y se prende al mundo de afuera… es un darse cuenta, es un “despertar”. Es un toque fino, un arte, un acto mágico personal e intransferible…que cuando llega en un instante, jamás se vuelve a ser el mismo.



Lo importante es tener el deseo y la voluntad inflexible de lograrlo… la necesidad de llegar al origen, a la esencia, a la verdad última y reveladora que le da cuerpo al todo.



Esta búsqueda no tiene fin y solo la muerte nos da una tregua temporal antes de volver a encarnar. El origen de todo es una finísima frecuencia de Luz… de ella venimos y a ella vamos. La nostálgica por aquello que es infinito e inconmensurable, sublime y perfecto, completo y total.



Yo creo que lo más importante es sentir la necesidad de encontrar nuestras raíces para estar completo y ser pleno, lo demás llega poco a poco, en su tiempo y en su espacio. El único problema es tener el tiempo suficiente y la voluntad inflexible. El futuro de México se encuentra en su pasado. Nosotros decidimos… eso es todo.



Yo creo que lo más importante es sentir la necesidad de encontrar nuestras raíces para estar completo y ser pleno, lo demás llega poco a poco, en su tiempo y en su espacio. El único problema es tener el tiempo suficiente y la voluntad inflexible. El futuro de México se encuentra en su pasado. Nosotros decidimos… eso es todo.


sábado, 3 de julio de 2010

LA DEMOCRACIA ELECTORERA



¿Será una mentira que los seres humanos puedan construir una democracia? Los poderosos nos han enseñado en la escuela que la humanidad va en un ¿ascendente? rumbo hacia el progreso y bienestar humano. Que partimos del comunismo primitivo, después pasamos por el esclavismo, de ahí evolucionamos al feudalismo y finalmente hemos arribado a las sociedades democráticas, la expresión más decantada de la evolución humana en sociedad. ¿Será cierto o será un gran engaño?


Desde que iniciaron las primeras civilizaciones en las márgenes de los ríos Tigres, Eufrates y Nilo, miles de años antes de que naciera Jesucristo, hasta que les cortaron la cabeza a los reyes de Francia, la humanidad vivió en sociedades piramidales en todo el planeta. ¿Será que es la forma más eficiente de organización humana? Los conocimientos más importantes para llevar una vida virtuosa se desarrollaron entre el año 2 mil a.C. y el año mil d.C. Todos los demás inventos nos pueden hacer la vida más cómoda o peligrosa, pero en nada nos ayudan a trascender nuestra existencia en el plano espiritual.



Pero un día hace más de cinco siglos, los “mercaderes” (los poseedores de los dineros, las mercancías, los mercados, los bancos) decidieron “cambiar el viejo orden mundial” y tomar ellos el control de los pueblos del mundo. Primero se apoderaron de las salvajes y primitivas monarquías europeas y después, con sus pueblos belicosos y aventureros que guardan el espíritu vikingo y teutón, se apoderaron del mundo. Los mercaderes derrocaron a las monarquías e inventaron la “democracia” para hacerse del poder. Engañaron a los pueblos argumentando que en el “viejo orden” no existía el sacrosanto derecho a ser libres, que los seres humanos éramos iguales y que deberíamos gobernarnos entre nosotros mismos. Que se deberían acabar las sociedades piramidales y que los seres humanos éramos iguales. Que la democracia era un instrumento “perfectible” en el que podríamos llegar a lograr la justicia y la igualdad.



Los pueblos del mundo fueron forzados por las armas de los invasores europeos y se vieron tentados por esa “atractiva idea” de autogobernarse y buscar la “igualdad”. En el siglo XIX, XX y XXI, los ejércitos de los “mercaderes” se han dedicado a invadir a pueblos de cultura tradicional, derrocar a sus milenarias noblezas y a implantar el gobierno de los mercaderes, es decir la democracia Occidental. Lo mismo en la China del Siglo XIX, que en Afganistán en el Siglo XX o en Irak en el Siglo XXI. La democracia es el instrumento con el cual los mercaderes logran que los pueblos pierdan sus estructuras milenarias de organización social y entran al caos del “gobierno del pueblo y para el pueblo”. A río revuelto, ganancia de mercaderes.



En efecto, el primer paso fue derrocado a la NOBLEZA humana para gobernar en el mundo. No confundir con la primitiva nobleza europea. Pensar en cambio en la nobleza de los egipcios, babilonicos, chinos, indios o en nuestra tierra, en los hombres y mujeres de conocimiento que dirigieron a nuestros pueblos en el periodo clásico o del espendor y que dejaron impresionantes testimonios de su grandeza espiritual en Monte Alban, en Teotihuacan o Uxamal. Cuando los ejércitos de los mercaderes derrocaron a las noblezas en el mundo abrieron las puertas al poder a los rapaces políticos. Hombres sin una formación espiritual sólida, con endebles bases éticas y morales, pero con mucha ambición por el poder y el dinero. Al destruirse las estructuras éticas y morales de la sociedad, la organización humana entra en crisis y es el campo en descomposición social en el que prende fácilmente la democracia de los mercaderes.



A final de cuentas, los mercaderes han impuesta a la humanidad otra pirámide de organización social. La diferencia es que en ésta el dinero y el consumo son los elementos básicos para construirla. En nuestros días vivimos una pirámide social, solo que en la cúspide están los “mercaderes” y en la base los pobres del mundo. Tenemos una “nobleza económica y financiera” y tenemos una gran base de esclavos, formada por desempleados, campesinos sin tierra, empleados y obreros. Antaño eran reinos y ahora son mega empresas trasnacionales.




En el “nuevo orden” y ejercicio del poder, los mercaderes no dan la cara, como sí la dieron los faraones, los kanes, los sultanes, los reyes o los tlatuanis. Los mercaderes se han cuidado de no tener personalmente ninguna responsabilidad social ni histórica con los pueblos que gobiernan desde los hijos invisibles del dinero y las sociedades “anónimas”. Es por ello que los mercaderes inventaron la democracia, el sistema de partidos políticos y a los políticos. Dejan que se peleen inmoral y deshumanizadamente entre ellos por las migajas del poder, cuando ya no les sirven los desechan y logran que los pueblos crean que la “la democracia electorera” podrá mejorar su miserable condición de vida y que los que están al frente momentáneamente en el poder, tiene la culpa de lo que le sucede a la sociedad. Esto es el logro “magistral” de la perversidad de la democracia. El pueblo ciego e ignorante difícilmente visualiza a sus verdaderos opresores y enemigos.



En la democracia electorera en que vivimos, lo importantes no es el partido, el candidato, la plataforma político-ideológica para ganar las elecciones. Lo importante es EL DINERO. Quien tiene suficiente dinero para invertir en la mercadotecnia publicitaria, quien puede contratar los servicios de estos nuevos profesionales que “construyen” las democracias, quienes tienen acceso a los medios masivos de comunicación... esos son los que ganan. El punto en cuestión es quién financia a los candidatos? A pesar de que, como en el caso de México, el pueblo financia con cuantiosos recursos del erario público a los partidos, ese dinero no basta, y es necesario “invertir más y más”. Que le pregunten al PRI con el Pemexgate o a Vicente Fox con “sus amigos”. Quien paga manda.



Sin embargo y pese a todo, la lección que el “México profundo” le dio a los mercaderes, a los partidos y a los políticos en estas pasadas elecciones es ejemplar. El abstencionismo es la señal que los que pelean por las migajas del poder, no quieren ver. El pueblo no cree que a través de la democracia electoral, el sistema de partidos y los políticos pueda cambiar su miserable condición de vida. Esto el IFE lo previó en un estudio antes de las elecciones.

MODERNIDAD CONTRA TRADICION

Texto del Antropologo Guillermo Marin.


El universo se mueve esencialmente a través de dos fuerzas antagónicas y complementarias. Una que se expande y otra que se contrae, una que baja y otra que sube, una que nace y otra que muere, una que construye y otra que destruye, una que ilumina y otra que oscurece, una que calienta y otra que enfría. El universo y la vida implican movimiento y transformación permanentes a partir de pares de opuestos complementarios.



En el mundo humano estas mismas leyes cósmicas rigen los destinos de los pueblos. Lo que es en el macrocosmos es en el microcosmos, lo que es arriba es abajo, lo que es adentro es afuera. Los seres humanos desde que dejamos el estado “animal-instintivo”, nos movemos entre dos fuerzas antagónicas y complementarias que nos han conducido a la “trascendencia existencial”, es decir, que hemos llegado a través de una larga evolución mental y espiritual a darle “significados” elevados a la razón de la existencia humana. Si no fuera así, no habría ninguna diferencia entre la vida de un animal y la de un ser humano, entre una manada y una civilización.



El ser humano se debate entre dos fuerzas que lo mueven en lo profundo durante su existencia. Las fuerzas de la tradición y las fuerzas de la innovación. La tradición significa todas aquellas cosas que se han heredado de los que nos antecedieron en la existencia. Conocimientos, sentimientos, actitudes, valores, principios, objetos, que en su conjunto nos permiten dar respuesta a los desafíos de la vida, tanto en el terreno material, como en el terreno espiritual. Tanto para poder sobrevivir en el mundo material, como para poder “trascenderlo” en el orden espiritual.



El ser humano desde el mismo momento de su concepción empieza a percibir un complejo mundo creado y heredado. En los primeros años de su vida, ese mundo, estará constituido fundamentalmente por la “herencia y la tradición”. Su primera etapa de la vida será sólo recibir y tomar de ese mundo prefabricado y hecho para su crecimiento y desarrollo.



Sin embargo, a partir de la adolescencia el ser humano sentirá la necesidad de “transformar” ese mundo, que desde su percepción” se visualiza “estático”. Cuando el individuo logra interactuar activamente en la vida, ya no con la “descripción” que le dieron del mundo durante su infancia, sino que a partir de su propia experiencia y conocimientos, él tratará de crear su propia “visión” del mundo. Esto responde a la otra fuerza vital que mueve a la humanidad, nos referimos a la “innovación”.



En efecto, así como el ser humano nace en el seno de un mundo de tradiciones, en su ser se expande la necesidad creciente de “innovar”, es decir, transformar ese mundo para dejar un pequeño aporte de su existencia. Esta necesidad es “vital” y es una manera profunda y ancestral de “trascender”. De dejar testimonio de su paso por esta existencia.



De esta manera la tradición y la innovación son dos fuerzas vitales que siendo opuestas se complementan para construir el desarrollo de las civilizaciones. La tradición es una fuerza que consolida, contrae, retiene, sistematiza la experiencia humana. La innovación es la fuerza que cambia, transforma, expande, desprende, crea y mejora.



De esta manera lo “tradicional” es lo que ha “funcionado”, lo que resuelve los problemas de orden material e inmaterial de la existencia. Por ser “eficaz y eficiente” lo usan sucesivamente la mayoría de los seres humanos, por usarlo de esta manera se convierte en una costumbre y a través del tiempo en una “tradición”. El elemento fundamental para que algún saber, sentimiento o valor se convierta en tradición, es que funcione para el bien de los individuos y de la comunidad, que sea efectivo para resolver un desafío o problema de la vida.



La necesidad de la “innovación” es consustancial al ser humano. Sin esa otra fuerza vital tal vez seguiría viviendo en las cavernas. La necesidad de “transformar el universo humano” es una necesidad “biófila” y la génesis de las culturas y las civilizaciones. De los muchos intentos de innovar que hace cada generación, son muy pocos los que logran “quedarse” o trascender a la tradición. Dado que para desplazar a “lo tradicional” se requiere aportar una novedad que mejore lo mantenido como funcional. La innovación perfecciona.



La diferencia entre “moda” e “innovación”, es que la primera pretende cambiar la tradición sin ningún aporte o beneficio real, sólo pretende cambiar por cambiar, y muchas veces los “cambios” son negativos en tanto a la solución de los problemas de la vida. La innovación en cambio, ofrece mejoras y eficiencias en la solución de los problemas.



El ser humano “nace” con una necesidad de “transformarse” interiormente. Esta necesidad ontológica es la raíz de su espiritualidad. Intuitivamente el ser humano sabe, intuye, siente, que la vida es la oportunidad de “mejorarse”, de “decantarse”, de “perfeccionarse” interiormente. La manifestación más burda de esa “meta-necesidad” es transformar o mejorar el mundo en el que él nació.



De esta manera los seres humanos, desde la invención de la agricultura y el inicio de las civilizaciones hace diez mil años, han ido construyendo el universo humano a partir de estas dos fuerzas opuestas y complementarias: la tradición y la innovación. Esta “construcción” se encuentra en los dos planos, tanto el material o físico, como el inmaterial o espiritual.



En los primeros 9800 años de la historia de las civilizaciones, los seres humanos de todo el planeta encontraron el sentido de la existencia en la trascendencia espiritual de la vida. La dimensión espiritual de la vida y su sentido divino, así como la búsqueda de la fuente de la creación, guiaron la existencia de los pueblos, los imperios, los reinos y las federaciones. Los seres humanos de todo el planeta, lograron crear una estructura social piramidal para lograr la búsqueda de Dios y la trascendencia espiritual de su existencia.



En efecto, la historia de la humanidad nos demuestra que la manera natural de los seres humanos para organizarse fue en estructuras sociales de forma piramidal. En todos los focos civilizadores sin ponerse de acuerdo, los seres humanos se han organizado de manera en que instintivamente o por razón de la experiencia han funcionado mejor las organizaciones sociales.



En el vértice superior de la pirámide se encuentra una minoría que ha sido rigurosamente formada para exaltar su NOBLEZA HUMANA y crear una elite dirigente que es designio y representación de la divinidad en la tierra . Le sigue una estructura religiosa que dirige al grupo humano por el sendero espiritual de la vida. La organización es defendida de enemigos externos e internos por un ejército y finalmente esta la base, inmensa masa de gente llamada pueblo, que no solamente mantiene físicamente la pirámide, sino que es la razón misma de la existencia de la organización.



Durante nueve mil ochocientos años aproximadamente este “ORDEN HUMANO DE ORGANIZACIÓN” dio los mejores frutos de la sabiduría humana. En efecto, si el objetivo fundamental de la existencia es trascenderla en el plano espiritual y el mundo material es sólo un medio para lograrlo. Entonces podremos afirmar con seguridad de que la sabiduría humana a través de su inteligencia logró producir los más importantes y valiosos conocimientos entre el año 1500 a.C. y 500 d.C. aproximadamente.



La ciencia y la tecnología que desarrolló la civilización occidental en los últimos 200 años. Como puede ser el microchip, los aviones, el rayo láser, la T.V., las micro ondas, puede hacer más cómoda o peligrosa la vida de los seres humanos, pero en muy poco puede ayudar a que éstos trasciendan espiritualmente su existencia, es decir, logren alcanzar la meta más importante de la existencia humana. Por el contrario, podríamos llegar a suponer, desde esta perspectiva, que la civilización occidental, que ha sido la dominante en los últimos 5 siglos, ha conducido a la humanidad a una nueva etapa de oscurantismo. Pues una ciencia sin sabiduría es la expresión más pura de la estupidez humana. El caótico mundo en el que vivimos nos confirma dramáticamente esta afirmación.



De esta manera la sabiduría humana de carácter espiritual que han producido las civilizaciones a través de sus filósofos, pensadores, artistas, maestros y avatares, representa la mayor riqueza humana y la herencia para construir un mejor destino. Mesopotamia, Egipto, China, India, la zona Andina y el Anáhuac (México y parte de Centro América), así como: Zoroastro, Akenatón, Krisna, Quetzalcóatl, Buda, Moisés, Confusio, Lao tse, Cristo, Mahoma, por citar tan sólo algunos de los muchos espíritus iluminados, que han marcado guías y senderos de crecimiento y desarrollo espiritual en el mundo.



De esta manera durante nueve mil ochocientos años los seres humanos de todo el planeta buscaron sobre todas las cosas la trascendencia espiritual de la existencia. A esto le llamaron de diferentes maneras, pero todos estos complejos caminos buscaban llegar a Dios. Entendiendo este concepto como la fuerza creadora del universo, el principio y el fin, la inconmensurable conciencia. Aquí coincidían todos los sabios, maestros e iluminados de la historia de la humanidad: la razón fundamental de la vida es tomar conciencia de las limitaciones y deficiencias de la condición humana, para posteriormente, con esa humanidad carente y defectuosa, buscar la virtud y la pureza en el yunque y la fragua cotidiana del mundo material.



Sólo así la sabiduría humana encuentra sentido al mundo material que le rodea. Sólo de esta manera la vida encuentra su expresión más elevada y todo ocupa el lugar que le corresponde. Así como las galaxias nacen, crecen y mueren en un orden cósmico perfecto. Así como los átomos crean partículas y éstas a su vez moléculas; así también los seres humanos, como parte minúscula pero fundamental de un todo perfecto, ocupamos un lugar y tenemos una función y una misión. La vida de cada ser humano y de cada pueblo tiene un lugar y una importancia para el planeta y para el universo.



La historia de las civilizaciones y la humanidad misma, ha ido en los primeros nueve mil ochocientos años de desarrollo humano, buscando la luz, la perfección o a Dios, cualquiera que sea la forma de nombrarlo y representarlo. La manera de lograrlo ha sido a partir de la organización piramidal como ya se ha mencionado. La sabiduría se enfocó a la construcción del conocimiento que facilitara diversos caminos que terminaban todos, en la búsqueda de la trascendencia de la existencia en el plano espiritual.



En medio de las fuerzas y las leyes cósmicas que afectan al universo, los pueblos se acercaban y se alejaban de esta búsqueda. En ocasiones casi la alcanzaban en otras se degradan y pierden el camino. En una permanente espiral evolutiva, con ascensos y descensos, los seres humanos, los pueblos y las civilizaciones han luchado entre las dos grandes fuerzas dialécticas del desarrollo humano, la tradición y la innovación. Preservar lo que ha funcionado a través del tiempo y buscar ideas que innoven lo aprehendido y heredado para hacerlo mejor y más eficiente. Tanto en el terreno material de sobre vivencia, como en el terreno espiritual de trascendencia.



Sin embargo, a partir de que los “adoradores del becerro de oro”, los mercaderes iniciaran la creación del NUEVO ORDEN MUNDIAL, entiéndase como la búsqueda de la realización plena de la vida de los seres humanos y los pueblos en el mundo material a través del “tener”, han ido luchando por destruir EL VIEJO ORDEN y tratando de que los seres humanos y los pueblos del mundo pierdan su memoria histórica y la dimensión espiritual de la vida a través de la enajenación, embrutecimiento y degradación espiritual. En efecto, los mercaderes desde que iniciaron la “globalización económica” con la invasión primero de América y después del mundo en 1492, han ido logrando que los individuos y los pueblos se encuentren entrampados en el mundo material y que no encuentren alternativas a su vocación existencial de trascender espiritualmente la vida. Aquí inicia el caos de valores que actualmente vive la humanidad.



En efecto, la destrucción del milenario orden mundial inicia con la fundación del primer país del mundo. Estados Unidos de Norteamérica es la “tierra prometida” de los adoradores del becerro de oro de todo el mundo . Después con el financiamiento de la sublevación del populacho y el asesinato de los reyes de Francia, irán cayendo todos los reyes, nobles y emperadores, no sólo de Europa, sino de todo el mundo que vivía en el “viejo orden”.



Crearán la democracia, instrumento para gobernar a nombre del pueblo por medio del poder del dinero. Iniciarán la destrucción de la familia a través de la enajenación del trabajo. Se acabará la familia como núcleo productivo y reproductivo con la Revolución Industrial. Se sacará al hombre de la casa con el trabajo asalariado, en las factorías y en las minas. En el siglo XX despoja a la mujer de la familia y la incorporan a la producción y al consumo, destruyéndose la sólida educación familiar milenaria.



Decretarán en el siglo XIX “la muerte de Dios” a través de sus filósofos y desacreditarán desvalorizando a la iglesia. La creencia de la existencia de Dios será sinónimo de ignorancia. Crearán una nueva religión con flamantes sacerdotes. De esta manera, la “ciencia y los científicos” ocuparan el espacio, poder y dirección que tenía la iglesia en la sociedad. La ciencia y la tecnología serán la guía y el medio para llegar a la felicidad humana que se encuentra en la riqueza, consumo y la comodidad de un presente material. La única forma de entender y sentir al mundo y la vida la proporcionará la ciencia. Lo que no es “científico” será primitivo, retrógrado y falso. La aspiración existencial del ser humano “moderno” estará dirigido por una visión “cientista” de la vida y el mundo.



Los adoradores del becerro de oro destruirán el viejo paradigma existencial de carácter espiritual y crearán uno nuevo. En este nuevo paradigma, la única vida que existe es la material y el único mundo es el inmediato. El mundo y la existencia espiritual se reducen a mitos y fantasías de los pueblos primitivos y tradicionales. No existe más Dios que el poder de compra que da el dinero. El placer y la comodidad implican el mayor logro de un ser humano que no cree en su potencial espiritual y en la posibilidad de trascender el plano material de la existencia.



El medio que usaron los mercaderes para iniciar estos terribles cambios en la humanidad, fue transgredir la milenaria y ancestral lucha dialéctica de tradición contra innovación, haciendo creer a los seres humanos que la tradición significaba atraso, y modernidad significaba progreso. Cambiaron la innovación por la modernidad. En efecto, el NUEVO ORDEN MUNDIAL nos presenta una lucha ANTAGÓNICA entre Tradición y Modernidad, en la que mutuamente los supuestos contrarios tratan de aniquilarse y se nos presentan como excluyentes.



El nuevo paradigma creado por los mercaderes dentro de su nuevo orden mundial, implica una falsa e inexistente dualidad. La modernidad conducirá a los individuos y a los pueblos a la felicidad. En efecto, los mercaderes excluirán a la innovación y en su lugar impondrán la modernidad. Los pueblos serán presionados para entrar en la dinámica de que: “para poder ser “moderno”, se necesita acabar con lo tradicional. Entendiendo por “ser moderno” aceptar ciega, sumisa y acríticamente los valores y principios de una sociedad materialista, en la que el dinero, el poder adquisitivo y el uso de las nuevas tecnologías, conducen a la felicidad.



La modernidad entrará en una lucha frontal contra la tradición. De esta manera los poderosos medios masivos que pertenecen a los mercaderes, la iniciativa privada y la libre empresa, así como los gobiernos que están al servicio de los intereses de los mercaderes, mantendrán una cruzada de carácter fundamentalista en contra de las tradiciones, fiestas, usos, costumbres, valores, principios y actitudes y sentimientos, que por milenios habían conformado las relaciones y aspiraciones existenciales de los seres humanos y de los pueblos.



La “modernidad” usará a la “moda” como el elemento para ir desmantelando “El Viejo Orden Mundial”. La modernidad y la moda, no sólo serán movidos por un interés económico, sino fundamentalmente por el interés de dejar indefensos a los seres humanos en el “Nuevo Orden Mundial”, en el que las instituciones supra nacionales de carácter político y económico impondrán una nueva visión de la vida y el mundo.




En esta nueva “visión del mundo” están excluidos los valores espirituales, religiosos, éticos, morales, críticos y humanistas. El dinero, el Mercado, el consumo, la tecnología, la comodidad, el individualismo, serán los “nuevos valores” y la felicidad humana una quimera. El futuro de la humanidad esta en su pasado. Se requiere “REPENSAR LA HISTORIA HUMANA”, para re-encontrar el camino perdido y liberar a la humanidad del yugo ideológico de “los adoradores del becerro de oro”. Los mercaderes son muy frágiles ante la conciencia humana.