jueves, 23 de mayo de 2013

ANIVERSARIO DE NUESTRA REVOLUCIÓN: LA NACIONAL SINARQUISTA

Origen del MNS. Autor: Juan Ignacio Padilla.
Texto de Juan Ignacio Padilla. Idéologo, dirigente, poeta y Mártir del Movimiento Nacional Sinarquista.
De formación jesuita, se retira ya siendo diácono, para irse a la lucha social organizando un núcleo disidente de la llamada OCA. Este núcleo rompe con la OCA, y se acerca a grupos sindicalistas independientes y otros cooperativistas y de lucha estudiantil. Con ellos, se deciden a dar vida al Movimiento. Aquí el texto original de Juan Ignacio relatado en primer persona. Corresponde al texto "Pre-Sinarquía".
          Lo publicamos añadiendo al final una Oración del mismo Juan Ignacio y una de sus arengas "Nuestra Revolución".



PRE SINARQUÍA: LA FUNDACIÓN. 

Eran los tiempos en que la Revolución, los hombres de la "Revolución Mexicana", se olvidaron de los compromisos contraídos con un pueblo que los siguiera hasta la muerte, enamorado y lleno de fe en los principios predicados de justicia, sufragio efectivo, libertad. Esos "revolucionarios" se dedicaron al pillaje, al saqueo, a la matanza, a la opresión sin misericordia. 

Era la etapa sangrienta de la Revolución mistificada, sobre una paz brutal en que los implacables vencedores (la casta gobernante, la del Partido, los grandes Empresarios) se ensañara salvajemente con los vencidos: El Pueblo. 

    Cada gobernador, cada alcalde, cada jefe militar, pregonando paladinamente su ignorancia de las leyes, escudo de su afán autoritario, eran soberanos en su feudo.
      Todo estaba a su merced: libertad, vida, bienes de los ciudadanos estaban a merced del cacique en turno. Si un rancho, una finca, la mujer o el caballo despertaban la codicia, había que entregárselo o adicional resignarse a perder hasta la libertad o la vida. 

   En tales condiciones, la formación y rápido fortalecimiento de un movimiento disidente al Oficialismo, era perfectamente sencillo.... y peligroso al mismo tiempo.  Todo mexicano, fuera de la mafia revolucionaria, era un seguro soldado de la lucha que se proponía, porque el divorcio entre el Pueblo y el gobierno, había llegado a su clímax. 

     Decidimos así, iniciar el primer intento de limpia y auténtica democracia en México. 




     En una casa de la Calle Libertad, sesionaba usualmente un núcleo proto-sindicalista de obreros del calzado, bajo la dirección de Juan Zambrano, modesto fabricante de calzado, con profunda conciencia social. Ahí, se proyectaba la formación de un partido municipal. 
     Conocidos por él, eran Zermeño y Trueba, porque éstos, ya habían comenzado a organizar cooperativas entre los artesanos de Guanajuato. Coincidiendo providencialmente en tiempos, con nuestras propias reuniones para estudiar los perfiles del Movimiento en gestación. 

    Se ordenó a los miembros de la Organización que asistieran a tales juntas de la Calle Libertad.  Pronto el Patio fue insuficiente para contener a los obreros que acudían en turba a escuchar las arengas volcánicas del ya famoso trío: Zermeño, Trueba,Mendoza.

(Nota: Aquí ya destacaba tambien, el autor de éste texto, Juan Ignacio Padilla, quien omite aquí, su propia y esencial participación). 

     Al cabo de dos semanas, estaba listo el proyecto. Un clamor ensordecedor de gritos y aplausos - todos en pie- fué la rotunda respuesta. 

     A iniciativa nuestra, pero por desición aclamante del Pueblo, nacía el nuevo Movimiento, auténtico movimiento de corazones y voluntades insurrectas en pos de un Ideal. Impreciso aún en sus perfiles, mas reciamente concretado en ese anhelo largamente perseguido: la Salvación de México. 

     No se llevó una doctrina hecha para imponerla con empeño dogmatista: la doctrina fundamental, los objetivos cardinales, el programa político lo redactarían los únicos que ostentaban el Derecho de hacerlo. 

     Los que habían recibido en su carne desnuda el látigo de todas las tiranías, los que, por haber merecido con sus padecimientos y sus heroísmos el derecho de ser felices, tenían la Palabra para decir en que debía consistir esa felicidad. 

    Nadie tiene el derecho a imponer a los demás su personal concepción del bienestar. 

     La voz del Pueblo se escuchó clara, libre, sin insinuaciones siquiera. 

   

  Tomaron la palabra campesinos, ejidatarios y obreros. Ante cada queja, cada dolor, cada experiencia, cada ansia, iban formándose la doctrina social y el programa político que alentarían las batallas próximas a librarse. 

     Este hecho, constituye el gran "secreto" tan evasivo para los "revolucionarios". Es que el Mensaje Sinárquico, no fué impuesto por la fuerza de las bayonetas ni por las limosnas de los funcionarios. El Mensaje iba de corazón a corazón, de hermano a hermano, del Pueblo al Pueblo mismo".  

     Esto, fué el 16 de Mayo de 1937. El siguiente sábado 22, se reunieron en el Hotel Condesa, José Antonio Urquiza Septién, Juan Ignacio Padilla, Trueba y Zermeño. En la noche, llegó Abascal. Quien se opuso rotundamente a la propuesta del nuevo Movimiento. 

     Abascal quería la acción directa, la lucha tumultuosa, en ciudades y campo, encaminada a arrebatar el poder a los "revolucionarios". José Antonio, Trueba y Zermeño por lo contrario, habían decidido por la acción cívica, pacífica, inerme, en orden a la conquista del Poder siguiendo el camino de la exigencia popular, enérgica, tenaz y heroica, sin derramamiento de sangre. 

     Abascal se fué de León eludiendo el peligroso contacto con las masas inflamables e inflamantes. Había de transcurrir un poco de tiempo más, para que en Abascal operara un cambio esencial. 

     La noche del Domingo 23 de Mayo, la multitud impaciente invadió la Casa de la Libertad. Ya el sábado previo, se había propuesto a José Antonio como dirigente del naciente Movimiento, pero el declinó, argumentando su poca experiencia en organización "pero ruego a ustedes concederme el honor de ser el Primer Soldado de ésta Causa a la que pertenezco y a la que me consagro desde hoy, con todas mis energías y con toda mi vida".       
Sindicalistas Sinarquistas

     El Domingo 23, Domingo Rojo Sinarquista, se votó por José Trueva Olivares como Presidente, Zermeño vice-presidente, Rubén Mendoza como Secretario y Ornelas como Tesorero. 

     El Lema y nombre: Patria, Justicia y Libertad. 

     Patria: Que México sea la Patria Amorosa de todos sus hijos e hijas.
     Justicia Social.
     Libertad: Un México libre de tutelas extrañas y libre interiormente. La Libertad es el único ambiente digno de la vida del hombre. El Sinarquismo rechaza TODAS las tiranías. 

    El nombre de Sinarquismo, vino de Querétaro. Un humanista lo sugirió a José Antonio. 

    Terminando con Vivas a México y Vivas al Sinarquismo, la Asamblea nos embriagó de esperanza y de desición de luchar. 

      Cenando en "El Molino", despues de aquella majestuosa asamblea, frente a unos platos de enchiladas y unas botellas de cerveza, José Antonio nos dijo en conciente tono profético:

     La fecha es hermosa: Hoy Domingo 23 de Mayo de 1937, es el día de la Santísima Trinidad. A su patrocinio queda encomendado el Sinarquismo. NADA PODRÁ DETENERLO. 




Oración de Juan Ignacio:

     "Quiera Dios permanecer al lado de su Pueblo, elevando su espíritu, sosteniendo su Fe y fortaleciendo su brazo.

     Pero quiera, al mismo tiempo, apartar sus ojos de la miseria de sus Jefes, y asistirlos para que sepan ponderar la enorme fuerza política que ha puesto en sus manos y la terrible responsabilidad que asumen al ser colocados en un puesto desde el cual pueden conducir al Pueblo que los sigue.... a su salvación... o a su ruina".



    "La Revolución es odio, corrupción, tración y saña contra el pueblo humilde. Es caciquismo, represión y violencia. Esta es la Revolución que se ha manifestado tanto en la Revolución francesa, en la Revolución rusa, en la Revolución traicionada de México.... 

      Contra esa Revolución, alzamos la Nuestra, la Revolución de Paz, Amor, Justicia, Conciencia y Dignidad". 

El Sinarquismo sigue luchando, por Patria, Justicia Social y Digna Libertad


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